Patrimonio desconocido de la Jacetania: cuevas, ermitas y santuarios

Conferencia impartida por Belén Luque, directora del Museo Diocesano de Jaca

La Jacetania, nuestra comarca, tiene un rico patrimonio histórico y monumental muchas veces no bien conocido ni, por lo tanto, valorado.

En la charla que la Hermandad de Caballeros y Damas de San Juan de la Peña me encargó intentamos, principalmente, hacer una breve presentación de algunos de los monumentos que consideramos podían resultar quizás más sorprendentes (por su ubicación) o más desconocidos (por su historia), teniendo en cuenta que, de algunos de ellos, prácticamente sólo nos quedan las ruinas como testigo de su existencia. Pero, además, la mayoría de las iglesias, ermitas y santuarios que presentamos fueron seleccionados por su vinculación, más o menos directa, a las propiedades del que fuera poderoso Monasterio de San Juan de la Peña.

Lamentablemente, en muchos de los casos, las imágenes que acompañaron a los textos mostraban las ruinas de edificios olvidados casi por completo, pero de los que siempre perdurará su historia. Es el caso de dos monumentos que en su día fueron importantes prioratos del monasterio pinatense: Santa María de Fuenfría (Salvatierra de Esca), y el de Navasal (Embún).

Pero tenemos otros ejemplos de las vastas propiedades pinatenses que todavía conservamos en nuestro territorio: el palacio del Clavero en Santa Cilia, la ermita de Santa María de Javierremartes (Pardina del Solano) o la ermita de San Julián de Asprilla o Aperella (Espuéndolas).

Los propios monasterios de San Juan de la Peña, tanto el medieval como el barroco, vieron cómo en torno a ellos se levantaron varias ermitas construidas, o bien por la necesidad de multiplicación de altares para la celebración diaria de la eucaristía por parte de los monjes de la comunidad, o por la propia devoción popular tras un acontecimiento singular, o como homenaje a santos directamente vinculados a la historia pinatense como ocurre en el caso de la ermita de San Íñigo o Santa María de Gotolás (en el entorno del Monasterio viejo) y la ermita de San Indalecio, ubicada en la pradera homónima y de la que, a pesar de desaparecer el edificio, se mantiene inalterable el voto o promesa de los pueblos de nuestras comarcas, reviviendo cada año una de las más bellas romerías de nuestra devoción popular, en el entorno incomparable del majestuoso monasterio medieval de San Juan de la Peña.